Queridos/as amigos/as:
Las campanas de Navidad suenan por todas partes, las oigo y no las identifico. Sé que son ellas porque el calendario me lo dice: hoy es ya 16 de diciembre, a ocho días de Noche Buena. Me lo dice además la TV nada más prenderla: anuncios y más anuncios que no pueden confundirse: "Compre, compre, compre, ¡es Navidad!". Y me insisten a que salga de noche a ver "Madrid en Navidad". Sí que dicen que han reducido el gasto no sé cuantos miles o millones de euros (ni las cifras se me quedan) pero que, no obstante, está precioso… Eso sí, hablan de avalanchas de gente en el centro, sobre saturación en las modernas catedrales del comercio, interminables colas para los baratos servicios de transporte colectivo para contemplar la ciudad…
Pero no son las dificultades, no. El hecho es que no acabo de encajar que es Navidad. Tantos años ya recibiéndola con calor, asociándola a las vacaciones veraniegas de fin de curso… que ahora no me cae. Y eso que ya tengo el viaje pactado para ir a pasarlo con mis hermanos y ver a mis padres en la residencia… No, me temo que este año no va a ser para mi Navidad. Tendré que hacer un esfuerzo extra para espiritualizar la cosa, para sentir que de verdad el Niño llega, que la Promesa se cumple, que el Dios con Nosotros se hace presente y que, de una forma especial, tendré que hacer consciente que El sigue siendo uno de los nuestros.
En Lampedusa y en el Estrecho de Gibraltar, entre los gitanos franceses y los "parados" (desocupados) españoles, entre los muertos de Irán, Irak, Corea y distintos lugares de Africa (ya nos hemos olvidado de Filipinas). Entre los niños de la calle de Brasil, Perú, Guatemala… y entre las "esclavas sexuales" de Tailandia o de Londres…
En todos esos lugares y situaciones se escuchará al Dios Niño cantar con el poeta José Martí: "Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar:
el arroyo de la sierra
me complace más que el mar..."
José Mª Rojo
PD.- Sin embargo, los latinos me echarán en cara que ya uso el vosotros y no el ustedes…
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