sábado, 15 de enero de 2011

LA PASCUA

LA FIESTA DE PASCUA

“Mientras iban subiendo a Jerusalén, Jesús tomó a parte a los doce y les dijo por el camino: Ya estamos subiendo a Jerusalén; el Hijo del Hombre va ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que lo condenarán a muerte. Ellos lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de Él, lo azotarán y lo crucificarán. Pero resucitará al tercer día” Mateo 2, 17 - 19

LA PASCUA significa [pésaj](hebreo), “paso”


Es la festividad judía que conmemora la salida del pueblo judío de Egipto, relatada en el libro bíblico del Éxodo.
El paso del mar Rojo
La pascua se relaciona también con el «paso» del Mar Rojo, que según la Biblia sucedió inmediatamente después de la salida de los esclavos judíos de Egipto:Seiscientos mil hombres a pie, sin contar los niños.



También salió con ellos una inmensa muchedumbre de gente de toda clase, y grandes rebaños de ovejas y vacas.(Éxodo 14, 5-30)


RECORDEMOS:



La Semana Santa es el periodo sagrado del cristianismo que transcurre desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Es el período de más intensa actividad dentro de la Iglesia, por ser la Semana en la que se hace un memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Domingo de Ramos es el primer día de la Semana Santa, período en que conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazareth. Se inicia rememorando la Entrada de Jesús en Jerusalén. (Evangelio de Mateo capítulo 21, 1-9; Evangelio de Marcos capítulo 11, 1-10; Evangelio de Lucas, capítulo 19, 28-40; Evangelio de Juan, capítulo 12, 12-19)




EL TRIDUO PASCUAL: Jueves, Viernes y Sábado Santo



Durante el Triduo Pascual (jueves, viernes y sábado) se realizan las celebraciones centrales de Semana Santa.


El Jueves Santo es el primer día del Triduo Pascual. En el Monte de los Olivos Jesús vive, concientemente y de manera anticipada, su Pasión y su Muerte. En este día la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena de Jesús, el Sacerdocio y también el Lavatorio de pies (Juan 13, 1-15). Se hace la bendición de los óleos (óleo de los catecúmenos, óleo de los enfermos y el Santo crisma). Se reserva el monumento (El Santísimo)


El Viernes Santo se conmemora la Pasión y muerte de Cristo en la cruz. Después tiene lugar la veneración de la Cruz. Terminada esta parte, se procede a distribuir la Comunión a los fieles con las Hostias reservadas en el monumento el día anterior (Jueves Santo). Además de esta liturgia, se realiza en muchos lugares el Vía crucis (literalmente el camino de la Cruz)

El Sábado Santo culmina para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la Resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro. Una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual. El Sábado Santo queda para los católicos más como un día de silencio y recogimiento.
Según una antiquísima tradición los fieles cristianos encienden velas simbolizando la invitación de Cristo a su mesa.



El Domingo de Resurrección, es el día en que Jesucristo ha Resucitado después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles y luego sube hacia los cielos, también es la finalización de la Semana Santa.



El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda la religión.


La resurrección de Cristo es el acontecimiento esencial de la fe cristiana. "Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es una mentira", dice San Pablo, pero Cristo ha resucitado.




La resurrección de Cristo significa muchas cosas y todas ellas importantes. Significa, en primer lugar, que a Cristo y su causa no los vence ya nadie; que la redención, la liberación, es un hecho indetenible, invencible. Significa, también, que ya es hora de ir resucitando esas zonas de nuestro ser que tenemos medio olvidadas, "muertas", porque lo que nos va a resucitar, a convertir en inmortales, es nuestra propia vida, no otra.






La resurrección de Jesús significa que el justo no muere por gusto, no muere porque sí; Dios se encarga de reivindicar al justo, de rehabilitarlo. Significa que la causa de la justicia está en las manos de Dios y El se encarga de sacarla adelante.






La resurrección de Cristo significa que el fin del mundo ya comenzó; que ya comenzaron a resucitar los muertos; Dios ya resucitó al primero.




¿CÓMO REALIZAR LA VÍA CRUCIS?
Se a tomado las reflexiones de Teresa de Calcuta.
- La Señal de la Cruz:


“Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos,


líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”






- Yo confieso:


“Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén”.


- Oremos Inicial:



Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las fatigas, las torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, para que lleguemos a una más grande y creativa abundancia de vida. Tú que has tomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana, igual que las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos el dolor y las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como personas y lleguemos a ser más semejantes a ti.


Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestra confianza en tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzar una vida plena si morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas. Pues sólo si morimos contigo, podemos resucitar contigo. Amén.





Oración final:


Señor Jesús, hemos llegado al final de este camino doloroso que tú recorriste. Ahora levantamos nuestra vista y te vemos suspendido en la cruz, con las manos y los pies traspasados por los clavos y con la cabeza coronada de espinas. Sabemos Señor Jesús, que tu sufrimiento es el fruto de tu infinito amor por nosotros. Tú agonizas y mueres por nosotros. Haz que también nosotros te amemos mucho, para que vivamos fielmente a tu pasión y muerte y jamás nos separemos de ti por el pecado.


Te lo pedimos por los dolores de tu madre la Virgen María. Amén.






Despedida:


Recordemos las palabras del ángel: "No teman, sé que buscan al crucificado. No está aquí, ha resucitado como lo había dicho. Vayan aprisa a decir a sus discípulos: ¡ha resucitado!"




I. ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE



Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


LECTURA BÍBLICA: Juan 19, 13-16.


“Al oír esto, Pilato ordenó que sacaran a Jesús, y luego se sentó en el tribunal, en el lugar que llamaban en hebreo Gabatá (es decir, El Empedrado). 14 Era la víspera de la Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos: –¡Aquí tenéis a vuestro Rey! Pero ellos gritaban: –¡Muera! ¡Muera! ¡Crucifícalo! Pilato les preguntó: ¿Acaso he de crucificar a vuestro Rey? Y los jefes de los sacerdotes le contestaron: ¡No tenemos más rey que el césar!”


REFLEXIÓN:


Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y atado lo llevaron al procurador Pilato (Mt 27, 1-2) El pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es la primera estación del calvario.



Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria






II. ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ


Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Juan 19,17


“Jesús, llevando su cruz, salió para ir al llamado “Lugar de la Calavera” (que en hebreo es Gólgota).”





REFLEXIÓN:


Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues, a Jesús, que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota (Jn 19, 16-17). No tengo razón? Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al Calvario, si queremos reencontrarnos con Él. Yo creo que Jesucristo, antes de su muerte, nos ha dado su Cuerpo y su Sangre para que nosotros podamos vivir y tengamos bastante ánimo para llevar la cruz y seguirle, paso a paso.


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria


III. ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ





Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Isaías 50,6


"Han ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no aparté la cara ni de los ultrajes ni de las salivas que me echaban"





REFLEXIÓN:


Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el que pierda su vida, ese la salvará (Mt 16,24) En nuestras estaciones del Vía Crucis vemos que caen los pobres y los que tienen hambre, como se ha caído Cristo. Estamos presentes para ayudarle a Él? Lo estamos con nuestro sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles de personas que morirían por un bocadito de amor, por un pequeño bocadito de aprecio.


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria





IV. ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE



Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Lucas 2, 34-35


“Los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: Este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha y una espada traspasará tu misma alma, para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”



REFLEXIÓN:


Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí (Lc 1, 45-49). Nosotros conocemos la cuarta estación del Vía Crucis en la que Jesús encuentra a su Madre. Somos nosotros los que sufrimos las penas de una madre? Una madre llena de amor y de comprensión? Estamos aquí para comprender a nuestra juventud si se cae? Si está sola? Si no se siente deseada? Estamos entonces presentes?


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria


V. ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ





Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Lucas 23,26


"Cuando llevaban a Jesús al Calvario, detuvieron a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para llevarla detrás de Jesús"





REFLEXIÓN:


Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz (Lc 23, 26). Simón de Cirene tomaba la cruz y seguía a Jesús, le ayudaba a llevar su cruz. Con lo que habéis dado durante el año, como signo de amor a la juventud, los miles y millones de cosas que habéis hecho a Cristo en los pobres, habéis sido Simón de Cirene en cada uno de vuestros hechos.



Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria






VI. ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS





Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


LECTURA BÍBLICA: Isaías. 52, 14


"Muchos se horrorizaban al verlo, tan desfigurado estaba su semblante que no tenía ya aspecto de hombre"





REFLEXIÓN:


Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distéis de beber (Mt, 25,35). Con respecto a los pobres, los abandonados, los no deseados, somos como la Verónica? Estamos presentes para quitar sus preocupaciones y compartir sus penas? O somos parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?





Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria


VII. ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ





Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.





LECTURA BÍBLICA: Isaías 53, 4-5


"Eran nuestros sufrimientos los que llevaba, nuestros dolores los que pesaban… Ha sido traspasado por nuestros pecados, desecho por nuestras iniquidades…"





REFLEXIÓN:


Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos dijo Jesús: he aquí a mi madre y a mis parientes quienquiera que haga la voluntad de mi Padre (Mt 12, 48-50). Jesús cae de nuevo. Hemos recogido a personas de la calle que han vivido como animales y se murieron entonces como ángeles? Estamos presentes para levantarlos También en nuestro país hay gente en el parque que están solos, no deseados, no cuidados, sentados, miserables. Nosotros los rechazamos con la palabra alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien necesita nuestras manos para limpiar sus caras. ¿Pueden hacerlo o pasarán sin mirar?


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria





VIII. ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN



Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Lucas 23, 27-28


"Seguían a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él, pero Jesús volviéndose a ellas, les dijo: 'Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos'"



REFLEXIÓN:


Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos (Lc 23, 27-28). Padre Santo, yo rezo por ellas para que se consagren a tu santo nombre, santificadas por Ti; para que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en el sacrificio. Para eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio con Cristo.


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria


IX. ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ



Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


LECTURA BÍBLICA: Mateo 11, 28-29


"Vengan a mí todos los que estén cansados y oprimidos y yo los aliviaré. Carguen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas"



REFLEXIÓN:


Les he dicho esto para que tengan paz conmigo. En el mundo tendrán tribulaciones, pero confíen: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). Jesús cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus vestidos, hoy se les roba a los pequeños el amor antes del nacimiento. Ellos tienen que morir porque nosotros no deseamos a estos niños. Estos niños deben quedarse desnudos, porque nosotros no los deseamos, y Jesús toma este grave sufrimiento. El no nacido toma este sufrimiento porque no tiene más remedio de desearle, de amarle, de quedarme con mi hermano, con mi hermana.





Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria





X. ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

 
Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Mateo 27,33


"Llegados al lugar llamado Gólgota le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel, pero él, habiéndolo gustado, no quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos a suerte"






REFLEXIÓN:


Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado y la túnica (Jn 19,23) Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, fatigas y torturas de la vida diaria, para que logremos siempre una más grande y creativa abundancia de vida!






Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria


XI. ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ


Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Lc 23,34


"Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los dos malhechores, uno a la derecha y el otro a la izquierda"


REFLEXIÓN:


Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos malhechores Jesús decía: padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc 23, 33). Jesús es crucificado. Cuántos disminuidos psíquicos, retrasados mentales llenan las clínicas! Cuántos hay en nuestra propia patria. Les visitamos? Compartimos con ellos este calvario? Sabemos algo de ellos? Jesús nos ha dicho: Si vosotros queréis ser mis discípulos, tomad la cruz y seguidme y Él opina que nosotros hemos de coger la cruz y que le demos de comer a Él en los que tienen hambre, que visitemos a los desnudos y los recibamos por Él en nuestra casa y que hagamos de ella su hogar.


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria



XII. ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ


Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



LECTURA BÍBLICA: Lucas 23, 44-46


"Hacia la hora sexta, las tinieblas cubrieron la tierra hasta la hora nona. El sol se eclipsó y el velo del Templo se rasgó en medio. Y Jesús, con fuerte voz dijo: 'Padre en tus manos encomiendo mi espíritu'. Y al decir esto, expiró"


Permanecemos en silencio un momento


REFLEXIÓN:


Después de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Empecemos las estaciones de nuestro vía crucis personal con ánimo y con gran alegría, pues tenemos a Jesús en la sagrada Comunión, que es el Pan de la Vida que nos da vida y fuerza! Su sufrimiento es nuestra energía, nuestra alegría, nuestra pureza. Sin Él no podemos hacer nada.


Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria


XIII. ESTACIÓN: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y ENTREGADO A SU MADRE


Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


LECTURA BÍBLICA: Lucas 23, 50-53


"Un hombre llamado José, el cual era del Consejo, hombre bueno y justo, de Arimatea, cuidad judía, quien esperaba también el reino de Dios, que no había estado de acuerdo en la resolución de ellos, en sus actos, fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después lo bajó y lo amortajó en una sábana"



REFLEXIÓN:


Al caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo de Jesús tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia (Mt 27, 57.59). Vosotros jóvenes, llenos de amor y de energía, no desperdiciéis vuestras fuerzas en cosas sin sentido!

 
Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria



XIV. ESTACIÓN: JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

Lector: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.


Todos: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


LECTURA BÍBLICA: Mateo 27, 59-60


"José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, y lo depositó en su propio sepulcro nuevo, que había hecho cavar en la roca, hizo rodar una piedra grande a la puerta del sepulcro y se retiró".






REFLEXIÓN:


Había un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús (Jn 19, 41-42). Miren a su alrededor y vean, miren a sus hermanos y hermanas no sólo en nuestro país, sino en todas las partes donde hay personas con hambre que nos esperan. Desnudos que no tienen patria. Todos nos miran! No les volvamos las espaldas, pues ellos son el mismo Cristo!






Lector: Señor, pequé.


Todos: ten piedad y misericordia de mí.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria






XV ESTACIÓN LA RESURRECIÓN DE JESÚS


AL TERCER DIA JESUS RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS






Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todo poderoso, para interceder por nosotros, para preparar un lugar para nuestras almas y para enviarnos El Espíritu Santo a santificarnos.






Juan 20:19-21; Jesús se aparece a los discípulos


(Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Lc 24.36-49)


19 Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:


–¡Paz a vosotros! 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21 Luego Jesús dijo de nuevo:


–¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros










Mt 28.16-20: El encargo de Jesús a sus discípulos


(Mc 16.14-18; Lc 24.36-49; Jn 20.19-23)


16 Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. 18 Jesús se acercó a ellos y les dijo:


–Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo 20 y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.






Mc 16.14-18; El encargo de Jesús a sus discípulos


(Mt 28.16-20; Lc 24.36-49; Jn 20.19-23)


14 Más tarde se apareció Jesús a los once discípulos, mientras estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de fe y su terquedad, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia. 16 El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 cogerán serpientes con las manos; si beben algún veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y los sanarán.”






Lc 24.36-49: Jesús se aparece a los discípulos


(Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Jn 20.19-23)


36 Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:


–Paz a vosotros. 37 Ellos, sobresaltados y muy asustados, pensaron que estaban viendo un espíritu. 38 Pero Jesús les dijo:


–¿Por qué estáis tan asustados y por qué tenéis esas dudas en vuestro corazón? 39 Ved mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tocadme y mirad: un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. 40 Al decirles esto, les mostró las manos y los pies. 41 Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:


–¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Le dieron un trozo de pescado asado, 43 y él lo tomó y lo comió en su presencia. 44 Luego les dijo:


–A esto me refería cuando, estando aún con vosotros, os anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse. 45 Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, 46 y les dijo:


–Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; 47 y que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas.



FUENTE:


www.corazones.org


www.rosario.org.mx/biblioteca/viacrucis.htm








ESCENIFICACIÓN DE LA MUERTE DE CRISTO






Crucifixión de Jesús


(Mt 27.32-44; Mc 15.21-32; Jn 19.17-27, Lc 23.33-49)






NARRADOR 1: Cuando llegaron al sitio donde iban a crucificar a Jesús, llamado la Calavera, Jesús dijo:


JESÚS: -“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”


NARRADOR 1: Los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él diciendo:


NARRADOR 2: –Salvó a otros; ¡que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido!


NARRADOR 1 -Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban a él y le daban a beber vino agrio, diciéndole:


NARRADOR 2: –¡Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo!


NARRADOR 1: Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero que decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos.” Muchos judíos leyeron aquel letrero, porque el lugar donde crucificaron a Jesús se hallaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo, latín y griego. Por eso, los jefes de los sacerdotes judíos dijeron a Pilato:


NARRADOR 2: –No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino: ‘El que dice ser Rey de los judíos.’


NARRADOR 1: Pero Pilato les contestó:


NARRADOR 2: –Lo que he escrito, escrito queda.


NARRADOR 1: Con él crucificaron también a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Uno de los malhechores allí colgados le insultaba, diciéndole:


NARRADOR 2: –¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!


NARRADOR 1 Pero el otro reprendió a su compañero diciendo:


NARRADOR 2: –¿No temes a Dios, tú que estás sufriendo el mismo castigo? Nosotros padecemos con toda razón, pues recibimos el justo pago de nuestros actos; pero este no ha hecho nada malo.


NARRADOR 1: Luego añadió:


NARRADOR 2: –Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar. Jesús le contestó:


JESÚS: –Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.


NARRADOR 1: Del mismo modo se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Decían:


NARRADOR 2: –Salvó a otros, pero él no se puede salvar. ¡Que baje de la cruz ese Mesías, Rey de Israel, para que veamos y creamos!


NARRADOR 1: Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre:


JESÚS: –Mujer, ahí tienes a tu hijo.


NARRADOR 1: Luego dijo al discípulo:


JESÚS: –Ahí tienes a tu madre.


NARRADOR 1: Desde entonces, aquel discípulo la recibió en su casa



Muerte de Jesús


(Mt 27.45-56; Mc 15.33-41; Jn 19.28-30)


NARRADOR 1: Luego Jesús, gritando con fuerza, dijo “Elí, Elí, ¿lema sabaqtaní? es decir,:


JESÚS: – “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.


NARRADOR 1: Algunos de los que allí se encontraban lo oyeron y dijeron:


NARRADOR 2 –Oíd, está llamando al profeta Elías.


NARRADOR 1: Después de esto, como Jesús sabía que ya todo se había cumplido, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:


JESÚS: –Tengo sed.


NARRADOR 1: Entonces uno de ellos corrió, empapó una esponja en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó a Jesús para que bebiera, diciendo:


NARRADOR 2: –Dejadle, a ver si viene Elías a bajarle de la cruz.


NARRADOR 1: y le dieron vino mezclado con mirra. Luego Jesús dio un fuerte grito diciendo:


JESÚS: Todo está cumplido. ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!


NARRADOR 1: Dicho esto inclinó la cabeza y murió. (SILENCIO)


Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda aquella tierra quedó en oscuridad. El sol dejó de brillar y el velo del templo se rasgó por la mitad. Cuando el centurión vio lo que había sucedido, alabó a Dios diciendo:


NARRADOR 2: – ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!


NARRADOR 1: Toda la multitud que estaba presente y que vio lo ocurrido regresó a la ciudad golpeándose el pecho. Pero todos los amigos de Jesús, y también las mujeres que le habían seguido desde Galilea, se quedaron allí, mirando de lejos aquellas cosas







ESCENIFICACIÓN DE LA RESURRECCIÓN:






NARRADOR: Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:


JESÚS: –¡La paz sea con ustedes!


NARRADOR: Ellos, sobresaltados y muy asustados, pensaron que estaban viendo un espíritu. 38 Pero Jesús les dijo:


JESÚS: –¿Por qué están tan asustados y por qué tienen esas dudas en sus corazón?


NARRADOR: Dicho esto, les mostró las manos, los pies y el costado. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:


JESÚS: –¿Tienen aquí algo de comer?


NARRADOR: Le dieron un trozo de pescado asado, y él lo tomó y lo comió en su presencia. 44 Luego les dijo:


JESÚS: –A esto me refería cuando, estando aún con ustedes, les anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse.


NARRADOR: Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, 46 y les dijo:


JESÚS: –Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Ustedes son testigos de estas cosas.

 
NARRADOR: Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:


JESÚS: –¡La paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, también yo les envío a ustedes.

NARRADOR: Y les dijo:


JESÚS: “Vayan por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; cogerán serpientes con las manos; si beben algún veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y los sanarán.”


NARRADOR: Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:


JESÚS: –Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los habitantes del mundo; bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.








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 JESÚS HISTÓRICO








Por Santiago Guijarro Oporto






EL CONTEXTO ES IMPORTANTE PARA CONOCER A UNA PERSONA






El contexto vital determina la mentalidad de las personas. No es lo mismo haber nacido en un país que en otro, en una cultura que en otra, en una situación política o en otra.


Cuando nos acercamos a personas que han nacido en otra cultura, o que vivieron hace mucho tiempo, la necesidad de conocer el contexto en que vivieron es aún mayor, porque el paso del tiempo y la distancia cultural nos separan de su mundo y nos hacen extraños a él.


Puedes comenzar a familiarizarte con el escenario de la vida de Jesús viendo algunas fotos de su tierra






1.1. El escenario donde vivió Jesús


Jesús nació y vivió en una situación concreta. Pasó la mayor parte de su vida en una pequeña región del oriente romano llamada Galilea. En aquel tiempo Galilea era un pequeño reino vasallo de Roma, que estaba gobernado por uno de los hijos de Herodes el Grande, llamado Antipas. Era una región relativamente próspera, pero sometida a enormes presiones económicas y sociales.


Por otro lado, Jesús era judío y como tal tenía una especial relación con Jerusalén, la ciudad santa, donde se encontraba el Templo al que los judíos acudían en peregrinación para dar culto a Dios. Jerusalén fue también muy importante en la vida de Jesús, porque fue allí donde murió.


Nos interesa conocer cómo eran las cosas entonces, porque de otra manera estaremos proyectando continuamente nuestra forma de ver la vida sobre aquel judío que vivió hace dos mil años en una región muy distante y en una cultura diferente a la nuestra. La tarea no resulta fácil precisamente por la distancia que nos separa. No podemos tener una información de primera mano, sino que hemos de contentarnos con los restos arqueológicos y literarios que han llegado hasta nosotros para reconstruir el ""escenario"" de la vida de Jesús. Afortunadamente, tanto unos como otros han sido estudiados con gran cuidado y minuciosidad, y cada vez tenemos una imagen más precisa del mundo de Jesús.


El ""escenario"" de la vida de Jesús puede recuperarse desde diversas perspectivas que son complementarias. Estas perspectivas pueden agruparse en tres formas de mirar el mundo de Jesús, que nos ayudan a entrar cada vez más profundamente en él:


El ambiente material: Esta mirada nos ayuda a situar geográficamente Galilea y Judea en el contexto del Imperio Romano. Con ayuda de la arqueología podemos averiguar también cómo eran las ciudades y sus edificios, cuál era la distribución de la tierra, etc.


El contexto político y religioso: Desde este punto de vista se puede observar la organización política de Galilea y sus relaciones con Roma, la relación de los gobernantes con sus súbditos, el sistema de impuestos, etc. También nos permite calibrar la importancia de la religión en aquella sociedad, y conocer sus creencias, sus instituciones, sus prácticas, etc.


El marco sociocultural: Nos permite conocer la organización social (la familia, la ciudad, las tensiones entre las zonas rurales y urbanas, etc), y sobre todo los valores que determinan la forma de concebir el mundo y las relaciones entre las personas (el honor, la personalidad diádica, las relaciones de patronazgo, etc). La cultura, en este sentido, es el elemento más determinante en la vida de una persona. Todos hemos sido socializados en una determinada cultura y esto configura nuestra visión de nosotros mismos, de los demás y del mundo.


Al acercarnos al mundo de Jesús hemos de tener en cuenta nuestra condición de extranjeros con respecto a él. Debemos evitar en todo momento el etnocentrismo (creer que todas las culturas son iguales, es decir, como la mía) y el anacronismo (creer que las cosas han sido siempre como son ahora).






1.2. Fuentes y datos de Jesús


Las únicas fuentes utilizables para reconstruir la figura del Jesús histórico son los evangelios canónicos, a los que se podrían añadir algunos dichos atribuidos a Jesús y recopilados en otros escritos del Nuevo Testamento. En relación con la etapa de su vida anterior a la actividad pública, los evangelios apócrifos de la infancia no tienen ningún valor histórico, pues son relatos muy tardíos que sólo tienen la intención de completar la escasa información contenida en los evangelios canónicos con anécdotas maravillosas acerca de la supuestamente extraordinaria niñez de Jesús.


La mayor parte de las fuentes sobre los orígenes familiares de Jesús y sobre su nacimiento poseen un tono marcadamente teológico. Se encuentran, sobre todo en los dos primeros capítulos de los evangelios de Mateo y de Lucas (Mt 1-2 y Lc 1-2).


Estos relatos se conocen con el nombre de ""evangelios de la infancia"", y fueron compuestos en época relativamente tardía a partir de los recuerdos que se habían conservado en las comunidades cristianas. A diferencia de lo que ocurre con las demás tradiciones sobre Jesús contenidas en los evangelios sinópticos, estos dos relatos coinciden muy poco entre sí, e incluso contienen notables contradicciones. La razón es que en ellos la confesión de fe predomina sobre el interés histórico. Intentan decir quién es Jesús contando su nacimiento, como hacían otros relatos de la época sobre la infancia de los héroes.


A pesar de ello, en estos relatos se han conservado algunos recuerdos históricos de gran importancia. Es histórica la vinculación de Jesús con Nazaret, donde pasó la mayor parte de su vida. Lo es, probablemente también, la relación de su familia con Belén de Judea, que evoca sus raíces judías, lo mismo que los nombres de todos los miembros de su familia.


También podemos saber bastantes cosas por estos y por otros pasajes esparcidos por los evangelios, acerca de su familia, sobre todo de sus padres. En los evangelios se mencionan también varios hermanos y hermanas de Jesús (Mc 6,1-6), y es una cuestión muy discutida desde muy antiguo cuál es el sentido preciso del parentesco que tenía con ellos. Tal vez el aspecto que más claramente aparece en todos estos datos es su origen judío. Utilizando estos datos podemos determinar el contexto vital en el que transcurrió su infancia y deducir de él los rasgos más comunes de su educación.


Sobre la etapa de la vida de Jesús inmediatamente anterior al comienzo de su actividad pública tenemos informaciones muy escuetas pero históricamente importantes en las referencias de los evangelios canónicos a su relación con Juan el Bautista. Los relatos sinópticos del bautismo son los más destacados, pero si aceptamos la hipótesis de que Jesús no fue sólo bautizado por Juan, sino que también le siguió como discípulo, podremos atribuirle en esa etapa de su vida los rasgos más conocidos de la espiritualidad de su maestro.






1.3 Situación política y social de Galilea


Jesús pasó la mayor parte de su vida en Galilea, una región muy escasamente poblada cuando los reyes Hasmoneos la conquistaron y repoblaron con familias de colonos judíos.


A la muerte de Herodes el Grande (4 a.C.), Galilea, junto con Perea, pasó a manos de su hijo Antipas, quien la gobernó como etnarca vasallo de Roma.


Antipas realizó grandes proyectos urbanísticos en la región, entre los que destacan la reconstrucción de la ciudad de Séforis y la edificación de Tiberíades.


Las necesidades de abastecimiento de estas dos ciudades forzaron la reestructuración de la economía agraria en todo el entorno, perjudicando seriamente a los pequeños campesinos autónomos.






EL JESÚS HISTÓRICO






La ejecución de Jesús por orden de la autoridad romana es el dato históricamente mejor documentado de su vida, pues no sólo aparece en las fuentes cristianas, sino también en los escritos del historiador judío Flavio Josefo y del historiador romano Tácito.


Que el instrumento de la ejecución fue la cruz está testimoniado por las fuentes cristianas y por Flavio Josefo.


Sabemos que la crucifixión era la forma de ejecución habitualmente aplicada por los romanos a los rebeldes, los bandidos y gentes de baja extracción social acusadas de producir disturbios.


Las acusaciones por las que Jesús fue condenado son coherentes con esta pena.






2.1. La muerte de Jesús y los criterios de historicidad






Que Jesús no murió de muerte natural, sino que fue ejecutado por orden del prefecto romano de Judea es el dato sobre su vida que mejor y más completamente cumple los criterios de historicidad.


Cumple el criterio del testimonio múltiple, pues aparece en la tradición sinóptica y en la joánica, en la tradición de las cartas de Pablo, en la carta a los Hebreos y en los escritos de historiadores no cristianos. En la única fuente evangélica donde no se menciona es en el documento Q, aunque podría estar supuesto en las enseñanzas sobre el seguimiento y las palabras acerca del destino violento de los profetas (Q 14, 27; 13, 34). Además reviste formas literarias distintas, la forma narrativa del relato, la de confesiones de fe, predicciones y simples menciones dentro de escritos epistolares.


El dato de la ejecución de Jesús por parte de las autoridades romanas fue un dato incómodo para las primeras comunidades cristianas, de las cuales sabemos que, desde muy pronto, se esforzaron por ganar aceptación social como grupo religioso pacífico. El hecho de tener como fundador a una persona ajusticiada como rebelde político no favorecía en absoluto estas pretensiones, sino que, por el contrario, las hacía sospechosas de profesar una ideología opuesta al sistema y ser fuente potencial de conflicto. La forma como los relatos evangélicos de la pasión presentan los acontecimientos deja traslucir el vivo interés de los redactores por demostrar que Jesús era inocente, y que su ejecución fue el resultado de la ignorancia de los romanos y la envidia o perversidad de las autoridades judías. De todo ello podemos concluir que el dato de la ejecución de Jesús jamás pudo haber sido creado por sus seguidores y que, consecuentemente, la probabilidad de que sea histórico es casi absoluta.


Finalmente, es posible afirmar que la ejecución de Jesús por los romanos es contextualmente plausible, si tenemos en cuenta la situación política de Palestina, las sospechas que debió suscitar su predicación sobre el reinado de Dios y la forma expeditiva en que los prefectos romanos, especialmente Pilato, solían tratar a los súbditos de naciones sometidas que provocaban disturbios o eran sospechosos de poder movilizar al pueblo contra el poder de Roma.


La fiabilidad histórica del dato sobre la muerte de Jesús se ha convertido en fundamento de uno de los criterios de historicidad más importantes para la investigación histórica sobre Jesús realizada en las últimas décadas. Este criterio, conocido como criterio de rechazo y ejecución, afirma aquellos testimonios capaces de explicar las razones del rechazo sufrido por Jesús en Jerusalén y de su condena a muerte, son probablemente históricos.






2.2. La crucifixión en la antigüedad






La crucifixión es una forma de ejecución de origen persa que fue adoptada por griegos y romanos.


El trato al que era sometido el condenado antes, durante y después de su agonía tenía por objeto degradarle ante la entera comunidad, hasta el punto de que su aspecto y actitud provocara la repugnancia y el rechazo de todos.


Como ocurre en toda forma de ejecución institucionalizada, la autoridad intenta legitimar su acción y suscitar la aprobación agresiva de los verdugos y espectadores despojando al condenado de todo aquello que le hace valioso como miembro de la comunidad y como persona.


El proceso de degradación del condenado a la cruz empezaba en el camino que debía recorrer hasta llegar al lugar de la ejecución, pasando por las zonas más populosas de la ciudad y cargando el travesaño de su propio patíbulo. Normalmente llevaba colgado al cuello un letrero con la causa de su condena. Muchas veces estaba ya desfigurado debido a las torturas que había sufrido en prisión.


El lugar donde era ejecutado estaba siempre fuera de la ciudad, simbolizando el rechazo de la entera comunidad hacia su persona; sin embargo, se solía elegir un punto concurrido o elevado con el fin de que hubiera el mayor número posible de testigos de su deshonra. La desnudez tenía por objeto avergonzarle públicamente, la forma como era colgado y la duración de la agonía, quebrarle moralmente y hacerle perder la compostura. Cuando finalmente moría, las autoridades prohibían que se le diera una sepultura digna. Lo más frecuente era que dejaran al cadáver sujeto a la cruz durante días y luego lo arrojaran a un vertedero o fosa común. En algunas ocasiones excepcionales permitían que la familia lo enterrara, pero con la condición de que no hubiera ritos funerarios ni otros signos de duelo.






2.3 Testimonios cristianos sobre la muerte de Jesús






Disponemos de tres tipos de testimonios cristianos sobre la muerte de Jesús:






a) Confesiones de fe, en las que la referencia a la muerte está acompañada de la referencia a su resurrección. Se encuentran en las cartas de Pablo y en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Son fórmulas breves, muy antiguas.






Los cuatro evangelios canónicos terminan con una larga sección narrativa en la que se relatan los últimos acontecimientos de la vida de Jesús en Jerusalén, su prendimiento, juicio, muerte y sepultura. Le siguen en todos los casos una escena junto al sepulcro vacío y, en todos excepto Marcos, alguna o algunas escenas en las que Jesús resucitado se aparece a varios o a todos sus discípulos.


Las cuatro secciones de los últimos días de Jesús en Jerusalén coinciden en su escena inicial, la subida de Jesús a la ciudad santa montado en un borriquillo, y en toda la unidad narrativa final a la que se denomina propiamente ‘relato de la pasión’ (RP). Entre estas dos piezas coincidentes, la tradición sinóptica y la joánica difieren de forma considerable. Ambas intentan presentar las diversas causas del enfrentamiento entre Jesús y los dirigentes judíos que desembocó en la condena a muerte del primero, pero ni las escenas ni los contenidos temáticos se parecen.


Inmediatamente antes del comienzo del relato de la pasión encontramos otra coincidencia significativa aunque parcial. Se trata de los episodios enmarcados en el contexto de una cena de despedida, en la que Jesús realiza gestos simbólicos relacionados con el sentido de su muerte próxima. Sin embargo, los desarrollos literarios de las escenas, los gestos concretos realizados por Jesús y las palabras pronunciadas son elementos distintivos de cada una de esas dos tradiciones. La coincidencia entre ambas se reduce prácticamente al contexto de la escena y a su colocación en la trama narrativa del conjunto.


La sección de los últimos días de Jesús en Jerusalén tiene, pues, en los cuatro evangelios canónicos, el siguiente esquema:


1. Subida de Jesús a Jerusalén


2. Escenas en las que divergen las tradiciones sinóptica y joánica


3. Última cena


4. Relato de la pasión


Los relatos de la pasión propiamente dichos (Mc 14-15; Mt 26-27, Lc 22-23, Jn 18-19) comienzan con el prendimiento de Jesús durante la noche por los guardias del sumo sacerdote y la huida de los discípulos, continúan con el interrogatorios ante las autoridades judías, la negación de Pedro, la entrega a las autoridades romanas, el interrogatorio y juicio ante Pilato, y finalizan con la ejecución de la sentencia, la muerte y la sepultura. La coincidencia exacta entre la tradición sinóptica y la joánica, tanto en los contenidos temáticos como en el orden de los distintos acontecimientos, hace sospechar que ambas tradiciones se remontan a un mismo relato primitivo de la pasión, originalmente fijado en la comunidad postpascual de Jerusalén, y al que todos los estudiosos atribuyen una gran antigüedad.










b) Los relatos de la pasión. Cuatro de estos relatos constituyen la unidad narrativa final de cada uno de los cuatro evangelios canónicos. Existe un quinto relato de la pasión en el evangelio apócrifo de Pedro.






La mención de un evangelio atribuido a Pedro aparece en boca del obispo Serapion (finales del siglo II) en una cita transmitida por Eusebio de Cesarea. Desde 1892 se conoce un fragmento, datado entre los siglos VIII y IX, que contiene parte de un escrito en griego denominado también evangelio de Pedro. Sin embargo, debido a su datación tardía no era posible establecer una relación entre dicho escrito y la obra mencionada por Serapion. Felizmente, en 1972 Lührmann descubrió que dos pequeños fragmentos de papiro hallados en Oxyrhyncho y que se remontan al entorno del año 200 pertenecen a la misma obra. Este descubrimiento permite suponer que el fragmento del evangelio de Pedro datado en el siglo VIII o IX es una copia tardía de una obra atribuida al apóstol Pedro que ya era conocida y discutida a finales del siglo II.


El fragmento conocido del evangelio de Pedro narra el juicio de Jesús, su crucifixión, su sepultura y tres escenas de aparición del Resucitado. La primera ante los guardias que custodian la tumba, la segunda ante María Magdalena y otras mujeres, la tercera, de la que sólo conservamos sus primeras líneas, ante Pedro, Andrés y algunos otros discípulos, a las orillas del lago.


Aunque el evangelio de Pedro contiene muchos elementos que parecen proceder de los evangelios canónicos y exhibe el tipo de rasgos legendarios que normalmente caracterizan los escritos cristianos tardíos, la forma como usa el Antiguo Testamento para interpretar los acontecimientos narrados es técnica y literariamente mucho más primitiva que la utilizada en los relatos canónicos de la pasión. Esto ha hecho pensar a algunos estudiosos que el evangelio de Pedro se apoya en un relato de la pasión más antiguo que los de los evangelios canónicos y que podría coincidir con una de las fuentes utilizadas por los cuatro evangelistas.






c) Los anuncios de la pasión que aparecen insertos en la propia narrativa de los evangelios






2. 4 Causas y los responsables de la muerte de Jesús






La pregunta histórica por las causas de la muerte de Jesús debe responderse a dos niveles. Uno, el más superficial, sería el de las causas inmediatas que provocaron su prendimiento en Jerusalén. El otro, más profundo, el de las razones por las que Jesús se convirtió en una persona incómoda para los guardianes del orden establecido y a la que, consiguientemente, juzgaron conveniente suprimir.


Las dos acciones estudiadas en el apartado anterior, la manifestación liderada por Jesús en su subida a Jerusalén y su comportamiento violento en el Templo, revisten eran lo suficientemente graves como para provocar la alarma de las autoridades y su consecuente arresto. Hemos de tener en cuenta a este respecto que la tensión política habitual motivada por el sometimiento de Judea a Roma se incrementaba enormemente durante las fiestas religiosas nacionales celebradas en la ciudad santa. La presencia de las tropas romanas por las calles exacerbaba el sentimiento de rechazo de muchos judíos hacia la potencia dominante, y las autoridades, tanto la romana como las judías, vivían seguramente esos días en un estado de máxima alerta y nerviosismo.


Es probable que los romanos no concedieran mucha importancia a la actuación en el Templo, pero sí serían sensibles a los gritos de contenido político lanzados por los que subieron a ciudad liderados por Jesús. Ambas acciones resultaban amenazantes para la aristocracia sacerdotal judía que, por una parte, se definía a sí misma y legitimaba su estatus ante la comunidad en virtud de su función cultual en el Templo, y, por otra, hacía el papel de autoridad local mediadora entre el pueblo judío y Roma. Roma apoyaba a esta aristocracia local con la condición de que fuera capaz de asegurar el orden interno y la subordinación pacífica de la nación a los dictados del Imperio. Si los jefes de los sacerdotes y los notables judíos fallaban en este cometido corrían el riesgo de que los romanos les destituyeran e impusieran medidas más represivas contra el pueblo. No es, por tanto, extraño que la acusación de la profecía contra el Templo aparezca en el interrogatorio de Jesús ante el sanedrín, mientras que el cargo por el que los dirigentes judíos le acusan ante Pilato sea el de presentarse como mesías o rey de los judíos.


Significativamente, este último título es el que figurará como causa de condena en el letrero fijado sobre la cruz, letrero que con toda probabilidad llevó Jesús colgado del cuello durante su recorrido por las calles de Jerusalén en el camino al lugar de la ejecución.


Como ya hemos anticipado, existen otras causas más profundas de la muerte de Jesús que se han ido haciendo manifiestas a lo largo de nuestro estudio sobre su enseñanza y su conducta. De forma sintética podemos decir que muchos de los contenidos de esa enseñanza y muchas de las implicaciones de esa conducta deslegitimaban el orden político, social y religioso vigente en la Palestina de su tiempo. Deslegitimaban la autoridad patriarcal propia de la familia tradicional mediterránea, el sistema de relaciones económicas impuesto por el poder de Roma al campesinado, las normas de pureza que excluían de la comunidad religiosa a los no deseados y marcaban las diferencias de estatus en la sociedad judía, la pretendida mediación necesaria del sacerdocio en la comunicación entre Dios y los hombres.


La clase gobernante de cualquier sociedad no teme únicamente a los agitadores violentos, sino que también recela y adopta medidas de precaución contra las personas que de forma pacífica promueven un tipo de pensamiento o de conducta capaz de restar legitimidad al orden vigente. Cuando la influencia que estas personas ejercen sobre la opinión pública es juzgada excesiva por la clase dirigente las medidas de precaución suelen transformarse en medidas represivas. En una sociedad antigua sometida al poder de Roma, donde no había nada parecido a los derechos humanos del individuo y donde el bien y el orden de la comunidad local o del Imperio justificaba casi cualquier tipo de acción represiva, no es nada extraño que Jesús estuviera en el punto de mira de las autoridades y que éstas aprovecharan la oportunidad que él mismo les brindó en Jerusalén para arrestarle y condenarle.






2.5. Elementos teológicos en el relato de la Pasión






La visión del mundo de los discípulos de Jesús era, como la de la mayoría de los judíos palestinos de su época, esencialmente religiosa. Estaba construida a partir de las tradiciones históricas, cultuales y legales de la nación que se identificaba a sí misma como el pueblo elegido de Dios. La visión del mundo de un pueblo o de una persona, es el marco de conceptos, relaciones e imágenes sobre cuyo trasfondo cobran sentido las nuevas experiencias. Por eso no es extraño que los seguidores de Jesús, a la hora de intentar asimilar el terrible acontecimiento de su ejecución, necesitaran darle sentido proyectándolo sobre el marco de la tradición religiosa de Israel. Esta es la razón por la que los relatos de la pasión están llenos de referencias, alusiones y citas de las Escrituras judías.


Entre los elementos de carácter teológico que encontramos en el relato de la pasión destacan: las fechas exactas de los acontecimientos, los títulos cristológicos mencionados en los interrogatorios y las alusiones directas o indirectas a los salmos en la escena de la crucifixión


Las fechas exactas en las que, según los evangelios, se produjeron los distintos acontecimientos de la pasión podría reflejar esta proyección. Así, según la tradición sinóptica, la cena de despedida que Jesús celebró con sus discípulos la noche en que fue arrestado fue una cena de Pascua. Esta identificación permite entender el rito de compartir el pan y el vino, allí originado, como una sustitución de la celebración de la Pascua. El evangelio de Juan, por su parte, sitúa la cena de despedida la víspera de la noche de Pascua, lo cual permite hacer coincidir el día en que murió Jesús con el día en que eran sacrificados los corderos pascuales en el Templo, quedando así reforzada la identificación ya hecha al comienzo la obra (Jn 1,29.36) entre Jesús y el cordero de Dios.


En la tradición sinóptica, el interrogatorio nocturno, a puerta cerrada, en casa del sumo sacerdote, constituye el marco perfecto para afirmar los títulos divinos de Jesús, que sólo bastante tiempo después de su muerte llegarían a ser motivo de confrontación entre la corriente principal del judaísmo y las comunidades cristianas (Mc 14, 61-64 y par.). En la época de Jesús, apropiarse del título de mesías o de hijo del Bendito podía ser políticamente arriesgado, pues eran formas tradicionales de designar a los reyes de Israel, frecuentemente utilizadas para expresar las esperanzas de liberación nacional judías; pero no constituía ninguna blasfemia. Dichos títulos no implicaban necesariamente que su portador fuera de naturaleza divina.


La respuesta de Jesús identificándose con el hijo del hombre que vendrá como juez escatológico es totalmente inverosímil desde el punto de vista histórico. Refleja un estadio muy antiguo de la reflexión teológica sobre la función salvífica de Jesús, que se inspira en una corriente de pensamiento judío cuyos escritos principales no fueron incorporados al canon de la Biblia hebrea (4Enoc). La elaboración conceptual que hay detrás de esta identificación no permite pensar que a Jesús se le pudiera haber ocurrido utilizarla delante de sus jueces. Lo más probable es que el autor del relato introdujera la imagen del hijo del hombre con el fin de construir un cuadro narrativo cargado de ironía, en el que el futuro juez escatológico es juzgado por indignos e ignorantes jueces terrenos. Significativamente, en la escena correspondiente del evangelio de Juan no hay ningún eco de esta polémica cristológica (Jn 18,18-24).


Las secciones de los relatos de la pasión en las que se describe el proceso de la crucifixión propiamente dicho son aquellas donde encontramos más referencias directas e indirectas a la Escritura judía (Mc 15,21-41; Mt 27,32-56; Lc 23,33-49; Jn 19,17-37). De nuevo estamos ante la descripción de episodio histórico que, sin embargo, no sería probablemente presenciado de cerca por ninguna persona allegada a Jesús. La tradición sinóptica afirma claramente que todos sus discípulos le abandonaron y huyeron (Mc 14,50), y que sólo algunas mujeres pertenecientes al círculo de sus seguidores se atrevieron a contemplar desde lejos la ejecución (Mc 15,40-41). Juan es el único evangelista que presenta a la madre de Jesús y al discípulo amado al pie de la cruz (Jn 19,26-27). Pero el interés teológico de las palabras que Jesús dirige a una y otro es tan claro que no podemos por menos de sospechar que la escena es una creación del evangelista.


El uso de las referencias escriturísticas en las escenas de la crucifixión sigue una técnica peculiar, poco frecuente en otras partes de los evangelios, y que los estudiosos suelen considerar muy antigua. Consiste en utilizar términos y expresiones -completas o fragmentarias- procedentes de las Escrituras como elementos constitutivos del lenguaje empleado por el propio narrador o del que pone en boca de los personajes. La mayor parte de estas referencias proceden de un grupo particular de salmos (Sal 22, 30, 31, 69), muy importantes en la historia de la espiritualidad judía, en los que un inocente perseguido y maltratado se queja a Dios con expresiones llenas de angustia y violencia. En todos ellos se expresa, también, la convicción de que, al final, el mismo Dios reivindicará la inocencia del orante, y éste vivirá para alabarle y darle gracias.


Esta imagen del justo sufriente fue sin duda uno de los primeros puntos de apoyo que los seguidores de Jesús encontraron en las Escrituras para poder reivindicar la inocencia de su maestro ante la autoridad sacerdotal que le había condenado. La escasa elaboración cristológica de esta identificación induce a pensar que el o los relatos más primitivos de la crucifixión debieron componerse en fechas muy próximas a la muerte de Jesús.






2.6 Sesgo político de los relatos de la Pasión






La lectura crítica de los actuales relatos evangélicos de la pasión permite detectar el interés de los redactores por culpar a las autoridades judías, o al pueblo judío en general, de la muerte de Jesús y disculpar a las autoridades romanas. Esta tendencia responde con gran probabilidad a la situación social y política de las comunidades cristianas en las que se escribieron los evangelios.


Cuando se escribieron los evangelios el pueblo judío había dejado de constituir una nación con entidad política. Tras la primera guerra judía, los romanos habían hecho desaparecer toda la estructura jerárquica de la nación judía y habían destruido su capital, Jerusalén.


Aunque el Judaísmo tenía en el Imperio la categoría de religión legal, los judíos eran mirados con bastante recelo por considerárseles proclives a crear disturbios y organizar revueltas. En estas circunstancias, los cristianos tenían más interés en ganarse la benevolencia de las autoridades romanas y demostrar ante ellas la inocencia de su fundador, que en ganarse la simpatía de los líderes judíos, con quienes, por otra parte, empezaban a mantener importantes rivalidades a causa de sus divergencias a la hora de interpretar la tradición religiosa de Israel y el momento presente de su historia. No es pues, extraño, que los cristianos tuvieran interés en manifestar explícitamente que no guardaban ningún rencor a las autoridades romanas por haber condenado a Jesús, pues entendían que esta decisión había sido el fruto de un error propiciado por la confusión de las circunstancias y las presiones de los dirigentes judíos.


El episodio en el que los dirigentes judíos y la gente eligen la liberación de Barrabás y piden la crucifixión de Jesús es, probablemente, una creación cristiana, pues no existe ningún indicio histórico de que las autoridades romanas tuvieran la costumbre de soltar un preso durante las fiestas de Pascua ni de que este tipo de elección se dejara jamás en manos del pueblo. Comprobamos además que Mateo, el evangelista más interesado en criticar el Judaísmo oficial, contra el cual compite su propia comunidad, es el único que pone en boca de todo el pueblo aquella terrible frase que ha servido para legitimar el antisemitismo de todos los tiempos: “su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt 27,25).


La mención del silencio de Jesús en su interrogatorio ante Pilato es probablemente también una estrategia cristiana para exculpar al prefecto romano, ya que la ley judicial romana consideraba que la no defensa por parte del acusado equivalía a su reconocimiento de los cargos que se imputaban. La imagen de un Jesús silencioso ante sus acusadores podía ser positivamente interpretada a la luz de los cantos del siervo sufriente de Yavé (Is 53,7) y servir, al mismo tiempo, para legitimar la sentencia de Pilato.


Los testimonios de los historiadores no cristianos describen a Pilato como una persona brutal y arbitraria, que carecía de la más mínima sensibilidad o sentido de respeto por las costumbres y la idiosincrasia del pueblo judío. Tantos fueron sus atropellos que las quejas dirigidas al emperador por los dirigentes judíos forzaron finalmente su destitución. Esta descripción de la personalidad de Pilato ayuda a explicar la enorme rapidez con la que fue juzgado Jesús, la gravedad extrema de la pena impuesta y la inmediatez de su aplicación. Es sin duda más coherente con el resultado final de los acontecimientos que esa otra imagen de un Pilato vacilante o, incluso, benevolente transmitida por la tradición cristiana.






2.7 Testimonios de la resurrección






La confesión de fe más antigua que poseemos está en la primera carta a los corintios, concretamente en Cor 15, 3-5, donde se lee: “Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los doce”. Pablo escribió esta carta a mediados de los años cincuenta, y en este pasaje es consciente de estar citando una tradición recibida antes. Es muy probable que recibiera esta tradición durante su estancia en la comunidad de Antioquía. Si los cálculos son acertados, esta confesión de fe en la resurrección pudo haber sido formulada en los diez años siguientes a la muerte de Jesús.


La estructura de la fórmula está muy pensada. Posee dos afirmaciones centrales (murió y resucitó), y cada una de ellas va seguida de una doble prueba: una confirmación teológica (según las Escrituras), y una confirmación de hecho (fue sepultado; se apareció).


Afirmaciones de los primeros cristianos sobre la resurrección de Jesús se encuentran en otras fórmulas de fe muy parecidas a la de 1Cor 15,3-5 y también en la tradición narrativa. Todos los evangelios terminan hablando de la resurrección para ello utilizan dos tipos de relatos: el de la tumba vacía y los de las apariciones de Jesús. Ninguno de los dos relatos narra el momento de la resurrección, sino sus efectos. En el relato de la tumba vacía el mensaje central es que Jesús no está ya en la sepultura en que lo pusieron; mientras que en los relatos de las apariciones lo que se afirma es que Jesús sigue vivo.


Desde el punto de vista literario podemos realizar una serie de apreciaciones en este materia. Casi todos los autores creen que la escena de la tumba vacía en la que se incluiría algún tipo de afirmación de la fe en la resurrección estuvo desde el principio incorporada al relato de la pasión. El ejemplo más primitivo de esta escena lo encontraríamos en final del evangelio de Marcos, donde simplemente se describe a un joven, sentado junto al lugar donde pusieron a Jesús, que declara a las mujeres allí presentes que Jesús de Nazaret ha resucitado (Mc 16,5-6).


Una afirmación escueta del sepulcro vacío y de la fe en la resurrección es un final literariamente coherente con la utilización de los salmos en el relato de la pasión, a la que antes nos hemos referido. En efecto, los salmos del inocente que sufre injustamente terminan siempre con la afirmación esperanzada de que Dios salvará al justo para la vida. No es concebible que después de haber descrito la pasión de Jesús utilizando profusamente las imágenes y expresiones de estos salmos se concluyera sin manifestar de algún modo dicha esperanza. Al ser elaborado y expandido el relato de la pasión, lo que empezó siendo la expresión literaria de una esperanza y una fe pudo transformarse en un pasaje narrativo con pretensiones de veracidad.


Una escena narrativamente más elaborada que la de Marcos pero que se basa en el mismo esquema es Jn 20,1-9. Avisados por María Magdalena que ha encontrado abierto el sepulcro, Pedro y el discípulo amado van corriendo a comprobarlo. El narrador dice simplemente que al entrar el discípulo amado y ver el sepulcro vacío, creyó. Todo el relato evangélico anterior, pero especialmente los discursos de despedida (Jn 13-17), han ido preparando al oyente para que llegado a este punto sepa cuál es el contenido de esa fe.


Las escenas de apariciones que encontramos en los evangelios de Mt y Jn justo a continuación del relato de sepulcro vacío parecen añadidos secundarios al relato (Mt 28,8-10; Jn 20,10-18). Esto no quiere decir, sin embargo, que no puedan proceder de tradiciones tan antiguas como él. Lo que caracteriza a dichas apariciones en comparación con las demás apariciones evangélicas y la aparición a Pablo narrada en el libro de los Hechos es que no incluyen órdenes ni instrucciones del Resucitado. Son teofanías o cristofanías, cuyo único objetivo es revelar que Jesús está vivo.


Salvo la experiencia de Pablo mencionada por él mismo en sus cartas, el resto de las escenas de aparición tienen la función de legitimar la empresa evangelizadora de las primeras comunidades cristianas y/o la dirección de las mismas por parte de personajes concretos. Están mucho más elaboradas y son, probablemente, creaciones literarias.



A MODO DE CONCLUSIÓN:



Quienes tenemos Fe y estamos convencidos de que aquel Jesús que pasó haciendo el bien por los caminos de Galilea es el Hijo de Dios, podemos volver al comienzo de esta historia para ver qué es lo que hay detrás de todos aquellos acontecimientos y enseñanzas. Para nosotros Jesús no es sólo un hombre, sino la manifestación definitiva de Dios, y por tanto el único camino seguro para conocer cómo es Dios.


Es lo que dice San Juan al comienzo de su evangelio: 'A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer' (Jn 1,18).




"DIOS TE SIGA BENDICENDO"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Profe está buena la página súper interesante muy bella excelente obvio tenía que ser usted como siempre... Dios lo bendiga!! Saludos prof Martín. :)