jueves, 12 de octubre de 2017

LA VERDADERA PRIORIDAD

 



José Álvarez Alonso

Hace poco conversé con un amigo educador que vive desde hace un tiempo en Cuba, luego de casi tres décadas de trabajar en la Amazonía peruana. »No te imaginas lo inteligentes que son los chicos acá», me dice. «Ni comparación con los de la selva. Y no se trata solo de la excelente educación que hay en Cuba: para mí, la clave es la buena alimentación. Aquí no hay desnutrición, los niños son los privilegiados, lo mejor del país es para ellos…»

Casi la mitad (en algunas cuencas donde escasea más el pescado, bastante más de la mitad) de los niños en comunidades indígenas amazónicas peruanas padecen desnutrición crónica, y una cifra similar anemia perniciosa. En comunidades altoandinas las cifras son bastante similares. En los últimos años, la situación no ha mejorado de forma significativa en la selva baja, a pesar de los esfuerzos de programas sociales del gobierno, al contrario de los notables progresos en otras regiones del país. Por décadas, agencias del gobierno y de la cooperación internacional han enviado ayuda alimentaria para combatir la desnutrición en la selva, con resultados virtualmente nulos.

Tengo guardada la foto (enviada por un profesor indígena) de un perro alimentándose de un saco de leche en polvo, de esos donados por los programas de ayuda alimentaria, botado en medio del campo de una comunidad indígena. En otros casos le dan un mejor uso: demarcan con ella la cancha de fútbol (dicen que aguanta más que la cal), o alimentan a sus gallinas. ¿Son ignorantes? No, son intolerantes a la lactosa, y la leche les da diarrea.

Programas de extensión de ganado vacuno impulsados «con fines de seguridad alimentaria» han fracasado estrepitosamente en comunidades indígenas, no solo por el motivo anterior: en los pobres suelos de la selva, 'las vacas no dan leche, dan pena'. Así dicen los indígenas, pueblos que por cierto no tienen la cultura ganadera de los pueblos andinos, y no suelen adoptar con mucho entusiasmo el modelo. Tampoco les gusta la carne de vaca, ni pueden matar una para el desayuno, como me decía molesto un dirigente de una comunidad indígena, a la que el municipio había donado unas vacas en reemplazo de un proyecto que habían presentado, para manejo de peces en sus cochas.

La desnutrición en la selva se produce no por falta de calorías (nunca faltan yuca y plátano, ricos en hidratos de carbono), sino de proteínas y grasas. La fuente principal de proteínas y grasas de los amazónicos ha sido históricamente el pescado y los animales silvestres. Los primeros exploradores y misioneros se mostraron sorprendidos por la increíble abundancia de esos recursos en la Amazonía y del buen estado nutricional de los indígenas. El cronista de la expedición de Diego Texeira (1660) que remontó el Amazonas desde Pará hasta Quito, afirmaba: »jamás saben estas gentes qué cosa sea hambre». 

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Radio PRODEMU FM 96.3  







Democracia virtual


Alexander Escobar

Son giros dramáticos del libreto de la infamia emocional que juega con sus súbditos, imponiéndoles odio y sangre durante un periodo de tiempo y luego olvido a nombre de la paz.
 - Neo: ¿Por qué me duelen los ojos? 
-Morpheus: Porque nunca los has usado. 
The Matrix, 1999 

El espejismo de una sociedad presentada como democrática impone imágenes de un mundo ajeno al que se vive, a manera de realidades virtuales que predican cambios bajo la ilusión de un pacifismo estéril. Los territorios mentales de grupos humanos y comunidades fueron invadidos, colonizados y dominados hasta devenir en mansedumbre que acepta condiciones de vida infrahumanas como un hecho normal. 

El hambre, causa objetiva y análisis de movimientos revolucionarios que pensaron que crearía condiciones para levantamientos populares, hoy se calma no con comida y sublevación, sino con programas asistencialistas que construyen una sociedad de mendigos que besan la mano del amo que les da las sobras que caen de su mesa. 

La democracia, convertida en falsedad política, es mutación de un invento mediático que aplica control social a poblaciones que terminaron creyendo que los países se transforman sin luchas de pueblos y comunidades que arriesgan la vida en acciones de hecho contra el Estado. Así construyeron modelos mentales para sociedades que olvidan las luchas de sus muertos, a quienes en vida solo profesan odio porque osaron profanar al nuevo ídolo de la mansedumbre: aquella democracia virtual que impone pacifismo a sus súbditos, mientras despliega violencia contra quienes cuestionan a las estructuras de dominación y clase política enquistadas en el Estado. 

Sin importar bajo qué discurso opere, la democracia virtual siempre trae muerte. Sea de paz o guerra el guion representado, asesinar a la oposición política no es una escena opcional a elegir, es regla general que sostiene en el poder a la clase política que se turna el trono con imágenes de palomas blancas o escenas de fusiles y camuflados. Son giros dramáticos del libreto de la infamia emocional que juega con sus súbditos, imponiéndoles odio y sangre durante un periodo de tiempo y luego olvido a nombre de la paz. Pero el odio nunca desaparece. Éste se mantiene como personaje que interpreta el papel de la estigmatización que justifica represión y muerte. 

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Radio PRODEMU FM 96.3  

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