sábado, 8 de agosto de 2015

Ser un joven cristiano en el mundo de hoy

Escribe:

Iniciativa Eclesial 50° VAT II

Santiago Paz Ojeda*



En pleno siglo XXI y en medio de grandes transformaciones tanto tecnológicas como sociales, el papel de las "nuevas" generaciones cristianas debe ser evaluado. La relativización de las cosas, el apego a lo material y la cultura del desecho son algunas de las características del mundo de hoy, las cuales ciertamente deben ser combatidas. Para ello se requiere de un compromiso de nuestra parte (todos, jóvenes y adultos) y una auténtica preocupación por el entorno; sin embargo, encontrar un equilibrio entre nuestra consciencia social -guiada por la fe y la vida cotidiana- no es un camino fácil. El contexto se presenta de manera especialmente desafiante para los jóvenes, a quienes les cuesta encontrar referentes y muchos viven preocupados más por ellos mismos que por su entorno. Ante esta situación, la respuesta de la Iglesia no se hace esperar y nos plantea el desafío de ser propulsores de un cambio.

El Papa Francisco en su última gira por Sudamérica mencionó: "Necesitamos jóvenes con esperanza y fuertes de espíritu, no jóvenes debiluchos, que ni sí ni no. No queremos jóvenes que se cansen rápido, y que estén con cara de aburridos". Con su mensaje directo busca llegar a nuestros corazones y nos invita a ser los responsables de una mejora en nuestro país. Para ello no podemos quedarnos callados, más bien el Papa nos propone "hacer lío, pero organizarlo bien". Un primer paso fundamental es la reflexión sobre nuestro entorno, la concientización del lugar donde vivimos y especialmente, el caer en la cuenta de los problemas que enfrentamos. Lamentablemente no son muchos los jóvenes realmente conscientes de esta situación.

Dada la manera como se presenta nuestra realidad, no podemos quedarnos tranquilos ante tantas cifras desalentadoras: millones de personas mueren al año porque contaminamos el ambiente, otros niños mueren en las alturas del Perú por el frío y nulas medidas de precaución (a pesar de la recurrencia); al mismo tiempo, algo más lejos, millones de personas son desplazados de sus países por motivos de violencia y muchos se vuelven refugiados.

Seguramente esta lista puede continuar y cada quien encontrará aquellos hechos concretos que suscitan emociones en nosotros (hagamos el ejercicio de recordarlos) y a partir de allí caer en la cuenta que negarlos o ser indiferentes ante ellos, no es una respuesta cristiana. Lo que se requiere más bien son actitudes proactivas, probablemente de enojo, pero acompañadas principalmente de propuestas que permitan la construcción de un país más justo.

Las transiciones entre generaciones no dejan de ser accidentadas y siempre se van a presentar, pero estos choques deben ser bien aprovechados para generar cambios positivos y no quedarnos anclados en recuerdos y temores del pasado. Podemos mirar atrás para reconocer aquellos sentimientos, tensiones y molestias que tenemos; por otro lado mantener también una mirada en el futuro con una visión coherente de lo que queremos llegar a ser.

No obstante es fundamental vivir el día a día plenamente y con pequeños detalles, contagiar la energía y la pasión en el trabajo que requiere el mundo de hoy. Como jóvenes, conversando uno a uno con otras personas, seremos capaces de generar un cambio mayor. Empecemos desde abajo, empecemos los jóvenes: el amor debe ser más grande al temor.

 

* Estudiante de la Universidad del Pacífico. Segundo lugar en el Concurso de Ensayos "Tendiendo Puentes 2015"


Fuente: http://larepublica.pe/politica/18932-ser-un-joven-cristiano-en-el-mundo-de-hoy


"DIOS TE SIGA BENDICIENDO"


Mg.e. Martín Linares Chavarría
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