jueves, 6 de mayo de 2010

A MI MADRE

A MI MADRE QUERIDA, AMADA



“A mi Madre. Una mujer perfecta.”



Una Madre perfecta ¿Quien la encontrará?

Es mucho más valiosa que las perlas,

pues es sencilla como una rosa.

En ella confía el corazón de sus hijos

y no será sin provecho, pues se entrega toda.

Se ciñe con fuerzas sus hombros y vigoriza sus brazos

y como una hormiga obrera trae de lejos su provisión

y lo trabaja con mano diligente.

Se levanta aún cuando es de noche y da de comer a sus hijos.

Siente que va bien su trabajo, no se apaga por la noche su lámpara.

Alargar su palma al desvalido y tiende sus manos al pobre.

No teme por su casa al frío,

pues todos los suyos tienen investido doble.

Para así se hace mantos de pétalos y su vestidos de rosa.

Se viste de esfuerzo y dignidad, se ríe del día de mañana,

pues mira al futuro con confianza en Dios.

Abre su boca con sabiduría, lección de amor a Dios hay en su lengua.

Está atenta a la marcha de su casa y no comen pan de ociosidad.

Se levantan sus hijos y le llaman MAMÁ,

la han encontrado, llamada Rosa, es un elogio.

¡Muchas mujeres hicieron proezas,

pero tú, MAMÁ, las superas a todas!.

La Madre que confía en Yhaweh, esa será alabada,

será considerada Madre perfecta, como tú MAMÁ.



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